El origen de la Feria malagueña se remonta a la toma de la ciudad el 19 de agosto de 1487 por los Reyes Católicos, que incorporaron la ciudad a la Corona de Castilla.
Uno de sus momentos más emotivos es la Romería al Santuario de la Victoria, donde los malagueños, ya sea a caballo, en carruaje o caminando para dar comienzo a la semana de fiesta. Un momento de fervor que se mezcla con el mejor ambiente, la música y los bailes.
La Feria de Málaga es capaz de conjugar dos tipos de actividades, lo que la hace idónea para todo tipo de gustos. Por un lado, la “Feria de día”, que se celebra en el centro histórico, convierte a esta parte de la ciudad en un escenario. Las calles, decoradas y adornadas con todo tipo de adornos, acogen multitud de bailes, pasacalles y orquestas donde disfrutan niños y mayores.
Por la noche, la ciudad se transforma, y el Real del Cortijo de Torres se convierte en el protagonista, donde se sitúan casetas, puestos de feriantes y todo tipo de atracciones. Degusta los mejores vinos de la zona y unas tapas, acompañado de la mejor música.
También adquiere especial relevancia la Feria Taurina de la ciudad, que reúne a cientos de personas en torno al coso malagueño.
Málaga, tanto de día como de noche, es única, y el ambiente que se respira en todos los rincones de la ciudad anima a celebrar y a pasarlo en grande.
Entre los mejores alojamientos para disfrutar de la Feria de Málaga podemos encontrar: Posada Mirador de Jubrique, Hotel Hospedería Las Buitreras, Bungalows Cabopino, La Sierrecilla o los Bungalows La Buganvilla.
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